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4 tipos de piel: cómo identificar el tuyo para cuidarla mejor

4 tipos de piel

Solemos creer que conocer tu tipo de piel es una cuestión muy sencilla, algo que estamos obligadas a saber. Sin embargo, reconocer el tuyo no suele ser una tarea tan fácil. El motivo es que los diferentes tipos de piel poseen sus propias características y, en consecuencia, requieren un tratamiento especial.

Así pues, la piel se puede clasificar en cuatro tipos: grasa, mixta, seca y normal o balanceada. Reconocer el tuyo te permitirá elegir los cuidados más adecuados: cómo limpiarla, cómo hidratarla y humectarla y qué productos de belleza escoger.

La forma de hacerlo es observando la textura, el color y las reacciones de tu piel. Es importante destacar que la piel sensible no es en sí misma uno de los tipos de piel. En efecto, puedes tener la piel grasa, mixta, seca o normal o balanceada y, a la vez, con un grado de sensibilidad más elevado que lo habitual.

¿Cómo sé si mi tipo de piel es grasa?

Las personas que poseen piel grasa tienen un aspecto brillante en la cara, consecuencia de la elevada producción de sebo. Pero también hay otras señales que permiten reconocer este entre otros tipos de piel. Notarás los poros más abiertos y una tendencia a tener puntos negros, espinillas y granitos (Rodríguez Vinasco, 2021). Existen diversas causas y factores que pueden provocar el exceso de grasa en la cara:

  • Desequilibrio hormonal
  • Herencia genética
  • Edad
  • Clima
  • Alimentación
  • Tabaquismo
  • Estilo de vida.

El exceso de sebo se puede mejorar si adoptas una rutina y usas los productos adecuados. Puedes limpiarla con geles o con agua micellar dos veces al día. Además, la piel grasa debe exfoliarse a menudo para evitar que se acumulen las células muertas sobre su superficie. Es conveniente que lo hagas con ingredientes sebo controladores, por ejemplo el ácido salicílico, y que evites ingredientes oclusivos.

Para hidratar y humectar este tipo de piel puedes usar una crema hidratante activa para piel grasa o cremas de agua. Lo ideal para reducir la producción excesiva de sebo es identificar la causa mediante un diagnóstico profesional. Puedes comenzar por hacer una consulta al dermatólogo y evitar los alimentos fritos y las grasas saturadas.

¿Cómo identifico si tengo la piel seca?

A diferencia de los otros tipos de piel, la piel seca tiene carencia de producción de sebo. Esto provoca que no se mantengan los niveles de humectación necesarios. Por este motivo, la piel seca tiene tendencia a la descamación y al enrojecimiento.

Si tienes piel seca, notarás que habitualmente luce tirante y apagada. Esto en ocasiones provoca envejecimiento prematuro y pequeñas arrugas en el contorno de los ojos y las líneas de expresión. Para resumirlo, la piel seca se caracteriza por:

  • Tendencia a la tirantez, aspereza y, muchas veces, picor.
  • Aspecto áspero y descamado, con poco o sin brillo natural.
  • Mayor sensibilidad al frío, al viento y a otros agentes.
  • Aspecto más envejecido que otros tipos de piel, debido a la pérdida de elasticidad (García, 2017).

El tratamiento recomendado por los expertos es utilizar diariamente cremas y productos para recuperar la barrera natural oleosa de tu piel. Estos productos están elaborados con ácidos grasos y antioxidantes que reducen la sequedad y forman una barrera protectora (García, 2017).

En este punto, es necesario que nos detengamos para hacer una distinción entre hidratación y humectación de la piel. Humectar significa crear una capa protectora oleosa sobre la piel para mantener su humedad natural. En cambio, hidratar es aportar agua a una piel que carece de ella. Por esa razón, no debemos confundir una piel seca con una piel deshidratada.

Así, la función principal de las cremas humectantes es evitar la evaporación del agua que contiene el tejido. Por otro lado, una crema hidratante aporta agua a las células de la piel, actúa en las capas más profundas y contiene vitaminas, sales y minerales (Fundación Piel Sana, 2016).

Para cuidar adecuadamente una piel seca es necesario tener en cuenta varios aspectos. En primer lugar, es preferible que limpies tu cara con agua fría o tibia porque el agua caliente te resecará la piel. Usa geles humectantes y jabones para la cara que contengan aceites hidratantes. Además, mantén siempre tu piel humectada e hidratada. Los productos que contienen glicerina contribuyen a restaurar y mejorar la barrera natural oleosa de protección.

Claves para reconocer una piel mixta

Una forma de identificar la piel mixta es observar la diferencia entre las distintas zonas de tu cara cuando transcurren las horas. Es frecuente que, al llegar la noche, observes en la zona T (frente, nariz y barbilla) la presencia de grasa y brillos. En cambio, tus mejillas suelen lucir una piel normal o más seca, especialmente cuando hace frío.

El cuidado de la piel mixta es un poco más complejo que el de otros tipos de piel. La razón es, justamente, por la combinación de esas características. Esta necesita una adecuada humectación con productos que no generen sebo en las zonas grasas. Es importante también que trates las zonas por separado y que utilices productos específicos para tu tipo de piel (García, 2017).

En la zona T es conveniente utilizar un limpiador que evite la acumulación de grasa. Puedes usar agua micellar o un tónico para pieles grasas. En el resto de la cara emplea los productos aconsejados para pieles secas. Con respecto a la exfoliación, escoge productos poco abrasivos, por ejemplo las mascarillas de arcilla. Aplícalas en las zonas resecas con movimientos suaves para evitar irritaciones.

¿Tengo un tipo de piel normal?

Este es el tipo de piel que todos deseamos tener, pero la verdad es que es el menos frecuente. La piel normal o balanceada, a diferencia de otros tipos de piel, tiene un equilibrio sebáceo: no es grasa ni seca. Lo que solemos llamar “piel normal” es en realidad aquella piel que posee un justo balance en la producción de sebo. Se caracteriza por tener poros pequeños y una textura suave y uniforme. Además, es elástica y no suele resecarse fácilmente ante el frío o el viento (Psicología y Mente, s.f.).

Aunque es el tipo de piel más habitual en los niños, en la adolescencia los cambios hormonales suelen afectarla considerablemente. Si bien este tipo de piel no tiene exceso de grasa ni sequedad, también requiere cuidados. El uso de los productos adecuados evitará que pierda tempranamente los atributos que no tienen los otros tipos de piel.

Por esa razón, aunque tengas una piel normal o balanceada que no presente ningún problema notorio, es fundamental que no la descuides. Como ocurre con los otros tipos de piel, la afectan la exposición al sol y el envejecimiento natural. No la prives de una buena exfoliación y de una adecuada humectación e hidratación con productos específicos para estas pieles.

Puedes hacer la limpieza con agua tibia o fría y emplear jabones especiales que mantengan en equilibrio el pH. Para humectarla escoge productos que contengan ingredientes naturales, como el coco y el aguacate (García, 2017).

¿Sabías que los tipos de piel pueden cambiar?

Si bien es cierto que los tipos de piel se definen genéticamente, no es menos verdadero que suelen cambiar a lo largo de tu vida. Los factores que provocan estas modificaciones pueden ser muchos. Uno de ellos son los cambios hormonales que se producen en las diferentes edades (García, 2017).

Por ejemplo, durante la adolescencia, la actividad de las hormonas suele ocasionar acné en la mayoría de los jóvenes. Este problema, originado por un exceso de sebo en la piel, requiere frecuentemente una consulta con el dermatólogo. Y más tarde, a medida que creces, puede continuar cambiando y así notar que tienes otros tipos de piel. Así, muchas personas que tenían la piel grasa en su juventud notan que se torna más seca con la edad.

Otros factores que pueden afectarla son los cambios bruscos en tu dieta, el cambio del clima en el que vives, la contaminación ambiental, los trastornos del sueño y el estrés (García, 2017). Por eso, es importante modificar los productos cosméticos que usas conforme pasan los años.

Como seguramente ya sabes, la piel es el órgano más grande de tu cuerpo y, como tal, merece tus cuidados. Ya sabes cómo reconocer cuál es el tuyo entre los distintos tipos de piel. Es hora de atender sus necesidades específicas y escoger los productos más adecuados para cuidarla.

¿Quieres saber más sobre cómo funciona tu piel y algunos trucos para cuidarla? Lee aquí.

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